Aunque se pensaba que las
expresiones faciales que indican sentimientos como la alegría, tristeza o
enfado eran universales, un nuevo estudio publicado en Proceedings of the
National Academies of Science sugiere que, por el contrario, la cultura
influye mucho en lo que refleja nuestra cara.
El primer científico que planteó que las expresiones faciales significan
lo mismo en todo el mundo fue Charles Darwin. El naturalista identificó un
conjunto de seis emociones básicas: felicidad, sorpresa, miedo, repugnancia,
enfado y tristeza. Según su hipótesis, si los gestos de la cara que se
corresponden con dichos sentimientos se transmiten culturalmente de generación
en generación, sus significados deberían haber ido variando gradualmente de
forma que hoy en día, por ejemplo, una señal de alegría pudiera indicar
tristeza en otras culturas.
A través de su correspondencia con investigadores de todo el mundo,
Darwin llegó a la conclusión de que, al contrario de lo esperado, nuestros
ancestros tenían el mismo conjunto básico de emociones que se correspondían con
gestos faciales como parte de nuestra herencia genética. La sonrisa era un
rasgo biológico, no cultural.
Las emociones básicas no
son las mismas en todas las regiones
Sin embargo, el nuevo estudio de
la Universidad de Glasgow (Reino Unido) ha encontrado pruebas de lo contrario.
Los investigadores crearon rostros virtuales con 4.800 expresiones clasificadas
según las seis emociones básicas de Darwin. La mitad de las expresiones se
mostraban en caras de origen caucásico y la otra mitad en caras con rasgos del
este de Asia. Los participantes en el estudio, de origen tanto asiático
como caucásico, tuvieron que identificar las emociones en dichos rostros
virtuales. Si las seis emociones básicas de Darwin son universales, todos los
individuos deberían asociar las mismas caras con las mismas emociones.
Los resultados revelaron que, mientras que la sonrisa significaba lo
mismo para todos los participantes, las emociones que reflejaban sorpresa,
miedo, repugnancia y enfado no eran clasificadas con claridad por los
individuos de origen asiático. Los investigadores concluyen que cada cultura
tiene sus propias expresiones que no tienen que ser compartidas en otras
regiones. Para los originarios del este de Asia, por ejemplo, las expresiones
faciales podrían responder a otras emociones fundamentales como la vergüenza,
el orgullo o la culpa.
Además
de ciertos rasgos físicos o características emocionales que los padres heredan
a los hijos, también le transmiten ciertas formas de comportamiento, valores y
hábitos. Por eso es necesario tomar en cuenta de manera voluntaria lo que se
transmite a los hijos.
TT16
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